lunes, 18 de diciembre de 2006

Perla, mediometraje de Ricardo Portugueis


A propósito de las sensaciones deja vu, el mediometraje Perla de Ricardo Portugueis me generó una serie de sentimientos encontrados.
Portugueis es un fotógrafo chileno y su filme lo realizó en el contexto del festival de fotografía FotoAmérica 2006.
Lo primero. Debo reconocer que la primera vez que lo vi, partí desde el medio. Sí, desde la mitad. Luego, en la segunda, lo empecé desde el principio y lo terminé en la mitad, en la misma escena en donde había partido por primera vez. Suena poco coherente, pero dio exactamente igual a la hora de entender la trama de la película.
Perla es el clásico montaje que funde el mundo onírico y el de la realidad sin hacerse patente en qué momentos la protagonista vive cuál. La puesta en escena es tan completa (mezcla de fotografía fija y en movimiento, danza, música e interrupciones en el filme de cuadros y esculturas) que el guión, sin diálogos, que podría considerarse como lo más misterioso, termina ni siquiera importando.
Perla, la protagonista del filme, es una prostituta y es a través de la fantasía presente en sus sueños, en donde se desprende de su presente para andar en una bicicleta por distintos parajes de su vida. Paralelamente, viaja a la playa en el cuerpo de una niña que ríe agudo y fuerte. La playa templada, el frote tranquilo de las olas en la arena y la niña, que arrastraba por la arena una muñeca de trapo, como símbolos de pureza, inocencia y tremenda ingenuidad frente a los problemas que vienen más adelante en la vida, fueron el deja vu que sentí. Y me empecé a preguntar cuándo, en qué momento dejamos la ingenuidad de la infancia para transformarnos en individuos (individualistas) que, como la protagonista, nos entregamos a un destino (Perla se entrega a las cartas del tarot), conscientes de que el mundo es malo y de que no hay que confiar en lo desconocido ni en desconocidos (la protagonista es maltratada en todos lados). Y es más, incluso la salvación no está en nosotros mismos sino en entes superiores que nos vigilan cada cierto rato (mientras Perla sueña, dos ángeles la acompañan en la cama). ¿Será que el viaje en bicicleta es desde y hacía ningún lado y sin razón alguna cansamos nuestras piernas en el pedaleo?, o quizás sí, todo tiene sentido y el viaje, sin o con la bicicleta, debemos saberlo disfrutar durante él mismo, es decir, nunca cerrando los ojos frente al paisaje que vamos conociendo y agradecer por lo maravilloso que es el acto en sí.
No sé. Queda la reflexión y los ojos un poco más abiertos para agradecer por las buenas vueltas de la vida en este momento. Sólo que quizás es inevitable la añoranza a otros tiempos. Porque pienso a veces, cuánto, cuánto quisiera en algunos momentos volver a ser niña y tener las rodillas rojas de tanto jugar en la tierra.

3 comentarios:

Sebastián Lehuedé dijo...

Muri, tú no sabes nada. yo he hecho una encuesta a varias personas. la pregunta: ¿te gustaría volver a ser niño? la primera respuesta generalmente es sí, pero luego lo piensan y dicen no, mejor no. ¿por qué?, pregunto. porque no entendería algunas cosas, dicen, uno es muy ingenuo e inconsciente.
pero yo respondería que sí todo el tiempo. uno es niño y es feliz, quizá por no preguntárselo.
y bueno, después te vas enterando de algunas cosas que terminan por derrumbarlo todo.
no me cabe duda de que volvería a ser niño de nuevo si me lo propusieran. de que me gustaría ser uno de esos niños que acompañaban a Peter Pan.

Anónimo dijo...

Muri, me gustó harto tu blog. ¡Nos vemos pronto! Cuidate.
Tu prima, Karina.

Portugueis dijo...

Hola Muri, soy Ricardo Portugueis. Estaba buscando info de mis porpios trabajos para adjuntar en un dossier y di con tu blog. Me gusto tu reflexion y también el hecho de pensar que Perla pudo generar ese tipo de sentimientos en el espectador.Gracias por el comentario, nose si aun ves este blog pero te dejo un abrazo.