sábado, 14 de julio de 2007

No a la planta de gas

Nunca he publicado ninguno de mis trabajos en este blog. No sé, no tengo claro por qué no me gusta hacerlo. Sin embargo hoy día haré una excepción. Y la excepción tiene un por qué. La noticia que anduve persiguiendo —bien de cerca— para el trabajo final de un ramo hace unas semanas atrás, en este minuto está empezando a tomar forma, mucha forma.
Quisiera mostrarles una verdad que está afectando a un tremendo grupo de personas, una verdad que apenas puede conseguirse un pie de página en un diario de difusión nacional y que, pienso, necesita de manera urgente empezar a conocerse. Creo que este es un problema que nos afecta directamente a todos, como ciudadanos, como defensores de no sólo nuestro entorno natural sino que además de la vida de cientos de personas.
La historia que les cuento es acerca de la posible (¡ahora más que nunca!) construcción de la planta de gas propano en la comuna de Peñalolén. Para los que estén interesados en profundizar acerca de la noticia, existe un sitio web (
www.noalaplantadegas.org) preparado por los vecinos de Peñalolén.

La nebulosa del gas
Cuando lo que hay en el aire no es tan transparente.
Por Muriel Alarcón

No se sabe si tenía o no el freno de mano puesto. El jeep, estacionado a metros de donde se construiría la planta de gas, había llevado a miembros de la Contraloría a inspeccionar, en terreno, el proyecto de Metrogas. Mientras caminaban por el lugar, el Hyundai Galloper se volcó sesenta metros cuesta abajo por un sendero ecológico. El vehículo, sin pasajeros adentro, quedó incrustado en la tierra. «No hubo heridos ni declaraciones de los que subieron», recuerda Poldi Furlan, testigo del accidente ocurrido hace un mes atrás.
Que el jeep se hubiera volcado, permite a Edgardo Gómez, vocero de los vecinos de Peñalolén, asegurar que el terreno no es apto para albergar estanques de gas. Camiones, de 22 toneladas y 16 metros de largo, subirían cada media hora por pendientes de hasta treinta grados, en pleno sector residencial, para abastecer a la planta. «Además se estacionarían casi que en el mismo lugar desde donde se cayó el jeep», añade Gómez. Y aunque Metrogas desmienta riesgos, Isabel Pla, concejal UDI de la comuna, opina todo lo contrario.

En su estudio de impacto, Metrogas no incluiría el riesgo de una eventual explosión de los camiones, porque la empresa externalizaría el servicio. «Si un camión explota, vamos a tener que ir a hablar directamente con “Juanito Pérez”, el chofer, para pedirle explicaciones por vidas que haya que lamentar», asegura Pla.

Furlan trabaja hace tres años en los terrenos en donde se construiría la planta. Es el mentor de "Cantalao Cordillera", un proyecto que pretende crear un Centro de Educación Ambiental para niños en plena precordillera. El proyecto, que en un principio usaría 642 hectáreas, hace un mes sufrió una repentina modificación. «Cuando se firmó el acuerdo, nos dimos cuenta que a Cantalao le habían restado dos hectáreas —cuenta el ecologista—. Dos hectáreas que le habían sido entregadas a Metrogas», agrega.

Que los niños que asisten a clases de educación ambiental tengan a metros de la sala una planta de gas, no sería la única contradicción: el acceso a Metrogas y a "Cantalao Cordillera" también sería el mismo, señala Furlan. Elizabeth Caneloa, presidenta de la Unión Comunal, agrega: «Es una inconsecuencia que la Corema acepte en un mes dos proyectos incompatibles entre sí».

Tras los sucesivos cortes del gas desde Argentina, Juan Meriche, asistente ejecutivo del subsecretario general de la Comisión Nacional de Energía, afirma que es urgente la construcción de una planta de respaldo. Aún así, no toma responsabilidad alguna del tema por parte del organismo al que representa. «Más allá de dónde se instale, nos preocupa que exista —afirma rehusando a contestar las preguntas referidas a la planta—. La Corema es la que toma la decisión, no nosotros».

Según Furlan, en la reunión en donde la Corema (Comisión Regional del Medio Ambiente) aprobó la puesta en marcha del cincuenta por ciento del proyecto, habría quedado clara la parcialidad del Gobierno frente al tema. El ecologista recuerda que en la oportunidad la intendenta estaba muy nerviosa. Los primeros cuatro votos fueron en contra: El quinto fue el de ella. «Levantó la mano y dijo que estaba a favor. Luego pidió voto a mano alzada para el resto». No por casualidad, explica el dirigente de Greenpeace, los doce votos restantes habrían estado a favor.

En la acalorada reunión ocurrió otro suceso particular, rememora la concejal. Un error de la secretaria hizo que Metrogas se viera obligado a escribir una nueva acta. En el documento, saldo de la reunión, se aceptaba la construcción de estanques de gas —de la que ni se habría hablado— durante la primera fase del proyecto. La Contraloría, que ya tiene la nueva acta, debe revisarla y emitir, en el próximo mes, el sí o no definitivo a la propuesta de Metrogas.

Edgardo Gómez cuenta cómo se enteró de la construcción de la planta: «En plena reunión de vecinos, llegaron los tipos de Metrogas a mostrar el proyecto, seguros que no habría oposición”. El general del ejército en retiro cuenta que llegó a vivir el año 2000 al Club de Campo Sur, el condominio que queda más cerca de la planta. «¡Nada!, ¡ningún indicio de nada!. A nosotros se nos vendió un terreno, de frente y de espaldas, ubicado en una zona de naturaleza protegida», señala. Si la planta se aprueba, el lugar en donde vive se convertirá en el corazón de una zona industrial. Gómez dice estar asustado junto a su esposa y su hijo. «Tenemos una bomba de tiempo encima. El miedo más grande es la inminente muerte de mi familia, a cada rato», dice.

Paralelamente, Metrogas no da declaraciones del tema. Carlos Cortés, portavoz de la Asociación del Gas Natural, tampoco da información al respecto. Luego agrega: «Como gremio, no nos pronunciamos sobre iniciativas concretas de las empresas de la Asociación». La Corema señaló que no se pronunciaría respecto al tema por el momento por aún encontrarse la discusión en boga y, en cambio, aseguró que la vocería la podía ejercer la Conama (Comisión Nacional del Medio Ambiente). Annie Kutscher, encargada del área de comunicaciones de la Conama, dice que su portavoz oficial no iba a acceder a una entrevista.

La concejal, el ecologista y el residente coinciden en algo: que la planta se construya en Peñalolén, y no en cualquier otra comuna, se debe a una razón económica y a una política. Económica porque, según Gómez, «les sale unas lucas menos». Pla explica que en Peñalolén ya hay camino habilitado para los camiones —no habría que pavimentar la ruta— por lo tanto nadie se “metería la mano al bolsillo”. Política, dice la concejal, porque en el sector oriente existe mayor presión por parte de los residentes.

El ecologista luego agrega que más preocupante que lo último, es la “vista gorda” que estaría haciendo del problema la Corema. Mientras camina por el terreno en el que, una vez aprobado el cien por ciento del proyecto, se levantaría la planta, un grupo de hombres que realiza estudios de topografía, da vueltas por el lugar. «Nivelar, cercar, es lo único que pueden hacer estos gallos por ahora», dice fuerte como advirtiendo a los topógrafos que él aún no se ha dado por vencido. Luego llega hasta la orilla de la quebrada que ha sido cercada con un alambre de púas. Se detiene frente a una panorámica de los condominios de Peñalolén Alto y continúa: «El gas no se ve. En caso de una fuga, empieza a bajar sin que nadie se dé cuenta». De pronto saca un encendedor, lo prende y señala: «Una llamita así de fina y…».

Vista de la cordillera desde uno de los polvorines que serían habilitados como refugios para el proyecto de educación ambiental «Cantalao Cordillera»




Ecocentro ambiental Proyecto «Cantalao Cordillera»

Vista panóramica de los condominios de Peñalolén Alto desde la quebrada

1 comentario:

* dijo...

Muy buen artículo!

besos, Inés.-