martes, 2 de enero de 2007

Retratos que no queremos ver

Según cuenta la mitología griega, Narciso estaba enamorado de su rostro. El joven iba todos los días a mirar su reflejo a las aguas claras de un lago. Fue tanta la obsesión por sí mismo que un día intentó besarse y cayó al lago. Murió ahogado bajo aguas profundas.

Se considera narcisista a quien tiene una sobrevaloración personal. Un narcisista es necesariamente ególatra y que no sólo cosecha, día a día, una inmensa veneración personal, sino que además está constantemente subestimando al resto. Se cree grandioso y superior.

En “El retrato de Dorian Gray”, Oscar Wilde teje su novela en base al narcisismo y a las secuelas que este trastorno, puede acarrear en la vida del hombre.
Dice la historia que Dorian Gray llegó a ser tan vanidoso que le pide a un pintor que le haga un retrato para poder observarse a tiempo completo. ¿Por qué no mejor mirarse en el espejo o en el agua como Narciso? No, Gray quiere verse siempre joven y atractivo: desea dejar estampado en la tela, la belleza de quien es joven.
En el desenlace de la obra, el cuadro cobra vida y empieza a tragarse cada una de las actitudes perversas del hombre; mientras la tela comienza a tornarse sombría y sucia, Gray, en vivo y en directo, se mantiene bello y joven. Olvida, sin embargo, que las pasiones también podían quedar atrapadas en el lienzo, (el hombre sin pasiones no puede vivir) y es así como la arrogancia y la soberbia terminan pasándole la cuenta.

La historia de Dorian Gray toca el tema de la vanidad. El joven posee una inmensa admiración de lo exterior, de lo frívolo, a tal punto de superponer lo superficial frente a los sentimientos.


Es fácil entonces imaginar que todos los autorretratos deben estar cargados de un cierto narcisismo. Algo así como una auto veneración crónica. ¿Por qué reducir el arte a mi rostro? El arte está para crear. Recrear lo visible y lo invisible. Gray al menos es indiferente al mundo y a la naturaleza que lo rodea. Pero no. No siempre es así. No todos los artistas que han pintado su rostro han buscado la exaltación del “súper yo”. Frida Kahlo y la tragedia personal en sus cuadros constituye una excepción.

La vida de la Kahlo está rociada de duros y tristes episodios. Luchadora por la causa social de su México querido y militante del partido comunista del mismo país, dedicó casi toda su vida artística a la elaboración de autorretratos. Pero no como los de Dorian Gray (bellos, agraciados y tremendamente armoniosos): Frida Kahlo acentuó los bellos de su bigote y entrecejo en una mirada propia tosca y fría, y mostró al mundo el gran sufrimiento que le significó la postración vitalicia que tuvo en su cama.

En su corta vida resistió graves accidentes que le significaron cirugías y lesiones de por vida. Cuenta su biografía que la primera enfermedad que sufrió le dejó la pierna derecha más delgada que la izquierda. Como si fuera poco, años más tarde un accidente en el autobús en el que viajaba, la dejó no sólo con lesiones en las costillas, los hombros, la clavícula y la pelvis, sino que también la imposibilitó de concebir vida en su útero. Más tarde murió renga: le amputaron una de sus piernas por padecer Grangena.


Dibujo "Accidente" (1926), Frida Kahlo define así el accidente que la dejó inválida de por vida

Desfallecida quedó en una cama en la que empezó a pintar autorretratos. ¿Qué pasa entonces con estos autorretratos? ¿Son los mismos en que el artista plasma lo más bello de su rostro? Definitivamente no. Frida va a mostrar lo qué es en los retratos: una inválida. Va a denunciar las infidelidades de su marido (Diego Rivera, también famoso pintor mexicano) además de petrificar el dolor físico ocasionado por su parálisis corporal y el del corazón, por ser de condición infertil.

Su cara y cuerpo plasmado en la tela, sin embargo, pierden el sentido superficial. La obra de la pintora mexicana fue considerada surrealista por el propio Bretón, esto por la abundancia de elementos oníricos (además de yuxtaposición de imágenes en la tela) que hacen de la imagen un fuerte retrato de dolencias, de vacíos sentimentales y repetitivos encontrones “cara a cara” con la muerte.

Frida, de carne y hueso, nunca mostró “descompostura en su postura”. Vistió para todas las ocasiones el traje tradicional mexicano, cargó joyas precolombinas y se peinó con flores y trenzas.

Pareciera ser que Frida se pinta a ella porque es lo único que ve, lo único que la vida le ha dado para mirar y adorar. Quizás. La pintura es su lucha, es su forma de vivir, es la manera que tiene para mostrarse al mundo. No puede de otra forma.

Se dice que la Kahlo se pintaba frente a un espejo y nunca lo dejaba. Miraba su rostro todo el tiempo (ella fue su única modelo) y sin embargo nunca fue vanidosa.
Frida nunca fue narcisista.

3 comentarios:

Luis Herrera dijo...

Cada día mejor.
Me haces recordar los autorretratos de Van Gogh y los de Rembrandt, precisamente los dos que mencionamos por la tarde. Ambos se mostraron tal cual, medio miserables, viejos, heridos (más van gogh que Rembrandt, claro).
Y fíjate que pienso en el autorretrato de Velásquez en Las Meninas, que también conversamos. Anque no lo dijimos, no hicimos alusión al reflejo en el espejo. Creo que en la parte superior de Las Meninas hay un par de cuadros de Rafael, pero llevados a su pintura por Velásquez.
Y si de Autorretratos se trata, no olvidemos el de Parra:

AUTORRETRATO



Considerad, muchachos,
Este gabán de fraile mendicante:
Soy profesor en un liceo obscuro,
He perdido la voz haciendo clases.
(Después de todo o nada
Hago cuarenta horas semanales).
¿Qué les dice mi cara abofeteada?
¡Verdad que inspira lástima mirarme!
Y qué les sugieren estos zapatos de cura
Que envejecieron sin arte ni parte.

En materia de ojos, a tres metros
No reconozco ni a mi propia madre.
¿Qué me sucede? -¡Nada!
Me los he arruinado haciendo clases:
La mala luz, el sol,
La venenosa luna miserable.
Y todo ¡para qué!
Para ganar un pan imperdonable
Duro como la cara del burgués
Y con olor y con sabor a sangre.
¡Para qué hemos nacido como hombres
Si nos dan una muerte de animales!

Por el exceso de trabajo, a veces
Veo formas extrañas en el aire,
Oigo carreras locas,
Risas, conversaciones criminales.
Observad estas manos
Y estas mejillas blancas de cadáver,
Estos escasos pelos que me quedan.
¡Estas negras arrugas infernales!
Sin embargo yo fui tal como ustedes,
Joven, lleno de bellos ideales
Soñé fundiendo el cobre
Y limando las caras del diamante:
Aquí me tienen hoy
Detrás de este mesón inconfortable
Embrutecido por el sonsonete
De las quinientas horas semanales.

Un gran tema, aunque la pintura de Kalho no me gusta mucho, sì la deRivera y los muralistas mexicanos.
Espero la invitación termine en un sí. La que espera en tu mail, un abrazo

Pablo Rumel Espinoza dijo...

Muriel:

El narcisismo muchas veces aparece producto de fuertes carencias emocionales. Pienso en Mishima que se preocupó de crearse un cuerpo atlético y fornido, para terminar años más tarde practicando el sepukku. (una versión siniestra del mito de Narciso)

Pero ahora piensa en las miles de cirugías que se ofrecen, en los salones de belleza, en los centros de estética, en la silicona, en la anorexia, en todas esa burradas que han propiciado más y más el culto a la belleza.

El capitalismo de la mano de la publicidad nos están violando, y pocos nos damos cuenta. Y los que nos damos cuenta ¿qué hacemos?

Pájaro Navegante dijo...

Es verdad. No hay oído al que no le lleguen los bombardeos mediáticos que nos enceguecen frente a lo que realmente es importante. Todo está distorsionado. Tenemos un papel re importante en el problema (como jóvenes quizás) pero la solución creo q está primero a nivel personal. Darse cuenta que la publicidad, por ejemplo, funciona a partir de cánones que en la gran mayoría de los casos no son aplicables a nuestra vida. Por ningún motivo hay que aplicarlos a la fuerza, hay que saber que como seres-en-el-mundo tenemos libertad (y si es que esto falta, que naufrague el sentido racional!) de hacerle el quite a las modas que predican lo superficial antes de lo importante.

Ejemplo: se dice que el mismo ascenso de las mujeres al campo laboral se ha visto reflejado en la publicidad pero no puedo sino mirarlo con ojos frívolos y no creérmela. Sí, está claro que ha habido un avance (es cosa de hojear una revista miscelánea de los 80: mujeres de piernas cruzadas arriba de una lavadora) pero con un simbolismo demasiado irónico. Recuerdo ese comercial que el papá llama a la esposa (que está trabajando en la oficina) para pedirle que llegue temprano. Él por mientras, se desespera porque no capaz de mudar a la guagua.
¿no dicen entonces los medios que aún no es tiempo para cambiar "roles"? ¿Que la mujer tendría que estar mudando a la guagua y el papá el que llegaría muy tarde a la casa cuando la guagua se ha quedado dormida? Porque de otra forma (según la publicidad) no funcionan las cosas.